Triste. Esa es la imagen que ofreció el equipo
visitante. Presento un planteamiento que apenas duró 30 minutos y sin crear
ninguna ocasión de gol realmente clara. Mientras tanto, la Real, posicionada en
el campo de manera perfecta, supo leer que el rival que tenía enfrente era
menor fiero de lo que se suponía y acertó en ir a por la victoria de manera
ciega. Apostó y ganó.
La actuación de muy pocos
jugadores se salvó el sábado. Iraizoz, quien evitó que la derrota fuese más
abultada con actuaciones muy buenas. Muniain, jugando una vez más en el puesto
de Herrera, mostró más actitud que nadie y valió para desahogar el equipo en
ciertos momentos. Aduriz, que lo poco que tuvo lo supo hacer en más peligroso.
El resto no dio ni un ápice de su nivel habitual. La línea defensiva mal, como
muchos pases errados y con desajustes que a estas alturas ya deberían de haber
sido eliminados, en especial Gurpegi. En el centro Iturraspe totalmente desbordado
por los contrarios. Sin errores demasiado graves pero quizá le falto leer un
poco mejor lo que le venía encima. De Marcos con despliegue físico pero sin
criterio en momentos en los que se podía haber explotado mejor su velocidad.
En el conjunto donostiarra,
Illarramendi y Zurutuza omnipresentes, impecables. Griezmann, descuidado por la
defensa rojiblanca tuvo una libertad que aprovechó a un nivel muy alto. Y en
general el equipo a un nivel muy alto y con un despliegue físico sobresaliente.
Vuelta a Bilbao con un 2-0 que
podía haber sido peor, y que sin dudas deja una sensación muy amarga de cara a
la importante visita a Praga para el encuentro de Europa League de este jueves.
Lo mejor: Iraizoz demostró
estar recuperado de la lesión. Muniain parece que ha alcanzado el nivel óptimo después
de se incorporara tarde al equipo debido tras su participación en los JJOO.
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